Retrasos

Me encuentro en un periodo de tiempo en el que los proyectos no terminan de adquirir la etiqueta de realidades. Estoy viviendo sucesivos retrasos y dilaciones que creo que ponen a prueba mi temple y mis nervios empeñado como estoy en que la parte de mi vida que me queda por cambiar, pues eso, cambie. Ayer surgió un nuevo retraso en mis aspiraciones de mandar al carajo definitivamente una parte de mi vida y recibir el soplo de lo nuevo en la cara. La verdad es que lo pasé mal, aunque me sorprendí a mi mismo reaccionando tras los primeros momentos de frustración con una serenidad que desconocía de mi mismo , si duda fruto de otros cambios que, afortunadamente, si han cristalizado.

Supongo que este rincón del puzzle de mi vida, al no encajar definitivamente todavía, hace que el resto esté un poco inestable, expuesto a que un simple roce al pasar cerca o el soplo de aire que se levanta al abrir una ventana desencaje una parte y rompa ese delicado equilibrio que existe, con lo que simples situaciones de retardo o cambios de planes que vienen impuestos nada mas que por las circunstancias, los veo magnificados como si volvieran de nuevo los fantasmas de la frustración y la negación de todo que a mi me parecían enterrados en el pasado.

Esto se refleja en mi estado de ánimo, cambiante como Febrero, inestable como el tiempo en Santiago de Compostela y tan voluble y caprichoso como Paris Hilton. Me da rabia estar así , pero supongo que es lo que hay ahora. Una de las cosas que creo que he aprendido es que es inutil oponerse a los vaivenes de la vida, que es verdad eso que para que el bambú no se parta ha de mecerse y doblarse en la dirección que marque el viento. El viento para, no es eterno, y el bambú retornará a su posición erguida, porque contra mas flexible mas fuerte es, menos capacidad de daño tienen las circunstancias externas.Aún así el viento hace daño cuando sopla y nada es tan sumamente elástico como para que nada importe cuando se le dobla y retuerce hasta la raíz. Duele y ese dolor, me temo también, deja su huella.

Y lo que mas me duele son las oportunidades perdidas, eso es todavía mi talón de Aquiles y me cuesta defenderme como hago con otras que creo agresiones de mi contra mi mismo, intentando cambiar mi punto de vista para adaptarme. Ojala un día entienda que aunque el tiempo, y por tanto esas oportunidades, no vuelvan nunca mas, surgirán otras.

Lo malo es que cada día noto que me queda menos paciencia.Eso también.