La caída de los Dioses
El título del post, además de ser una magnífica película de Visconti , es una descripción casi exacta de una situación a su vez descrita esta misma tarde. Una tertulia improvisada bajo las bases de la falta de actividad en un despacho cualquiera de una empresa cualquiera lo ha puesto definitivamente de manifiesto. Uno augura negros presagios , otro los confirma o los pone en duda con datos mas o menos fiables , otro interviene en momentos puntuales destilando solamente causticidad, pues se siente ya fuera de la situación y otro escucha con gesto entre cansado y atento. Todo ello durante casi dos horas de análisis apasionado y subjetivo del derrumbe progresivo de un , me atrevería a llamar acudiendo al don de disponer de haciendas y vidas dentro de dos mil metros cuadrados , semidiós.
Cae, desde luego. Sin remedio va cayendo , inexorablemente. Sin pausa y sin violencia, por si mismo, igual que esos castillitos de arena que hacen los niños en las playas al principio de la subida de la marea. El temor, que sucedió a la admiración y al respeto , ha dejado paso en el mejor de los casos a ignorar sus cada día menos creibles advertencias, en el peor al ataque sin piedad a sus gestos de cada vez mas forzada bravuconeria. Ya no es capaz de detener el polvo de oro que se le escapa por entre sus dedos ni cerrar bocas mirando a los ojos. Ya esos ojos se posan en el descreidos a veces, acusadores en otro, con reflejos de venganza en algunos.
Pero cuidado, he visto a algunos caer y arrastrar en la caida a muchos que no supieron tomar distancia, y a otros que se han acercado demasiado por que han perdido ese respeto reverencial , aquellos en medio de la burla han desaparecido junto con el caido , de un soplo, en un instante. Cuidado con los dioses heridos y derrotados, porque aunque ahora se les compadezca o se les ignore , antes se les temía y eso queda grabado a fuego en las meninges.Quizá en ese momento ese recuerdo surja y anule toda capacidad de reacción. Cuidado.
Aún así, como de todas las circunstancias y situaciones, es necesario aprender algo . Nunca me creeré ún semidiós, menos un Diós. Ni siquiera me creeré ni por un instante el dueño de un cortijo de unos dos mil metros cuadrados. Nunca. Porque se me revuelve el estómago pensando que cualquiera pueda un dia por mi sentir tanta lástima de un (al final y creo que a su pesar) ser humano, como yo he sentido esta tarde.
Cae, desde luego. Sin remedio va cayendo , inexorablemente. Sin pausa y sin violencia, por si mismo, igual que esos castillitos de arena que hacen los niños en las playas al principio de la subida de la marea. El temor, que sucedió a la admiración y al respeto , ha dejado paso en el mejor de los casos a ignorar sus cada día menos creibles advertencias, en el peor al ataque sin piedad a sus gestos de cada vez mas forzada bravuconeria. Ya no es capaz de detener el polvo de oro que se le escapa por entre sus dedos ni cerrar bocas mirando a los ojos. Ya esos ojos se posan en el descreidos a veces, acusadores en otro, con reflejos de venganza en algunos.
Pero cuidado, he visto a algunos caer y arrastrar en la caida a muchos que no supieron tomar distancia, y a otros que se han acercado demasiado por que han perdido ese respeto reverencial , aquellos en medio de la burla han desaparecido junto con el caido , de un soplo, en un instante. Cuidado con los dioses heridos y derrotados, porque aunque ahora se les compadezca o se les ignore , antes se les temía y eso queda grabado a fuego en las meninges.Quizá en ese momento ese recuerdo surja y anule toda capacidad de reacción. Cuidado.
Aún así, como de todas las circunstancias y situaciones, es necesario aprender algo . Nunca me creeré ún semidiós, menos un Diós. Ni siquiera me creeré ni por un instante el dueño de un cortijo de unos dos mil metros cuadrados. Nunca. Porque se me revuelve el estómago pensando que cualquiera pueda un dia por mi sentir tanta lástima de un (al final y creo que a su pesar) ser humano, como yo he sentido esta tarde.
2comments:
En la antigua Roma existía la costumbre de que los emperadores, en la ceremonia de su coronación, llevaran detrás un hombre susurrándoles al oído continuamente "recuerda que eres mortal". Parece ser que, entonces y ahora, hay demasiada gente que se le olvida.
Pues va a ser verdad que somos dobles o algo así porque leyéndote perfectamente podría pensar que he vivido la situación.
Y es que cuando el imperio cae, los dioses se vuelven humanos y la codicia, el orgullo y el desprecio se convierten en súplicas y dolor.
¿Merecido?
Quizás el verdadero semidios estaría por encima de todo aquello, tanto con palacio como sin él. Lo malo es que no somos capaces de ver Dioses y nos conformamos con los becerros de oro
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