Te quiero mucho
Un mes y dos dias después de escribir la última entrada, y surcando la mar rizada, a veces picada, de circunstancias laborales que se han vuelto de repente y sin que el parte meteorológico lo predijera, como esa tempestad que aparece sin previo aviso en un día de calmachicha, dificiles de sobrepasar, vuelvo ante los pocos fieles que deben de quedar para comentarles algo que he observado estos últimos días y que me ha hecho pensar, agarrénse, en que el mundo va a ser un poco mejor dentro de unos años.
Contradiciendo al sentimiento extendido de que , valga de nuevo el simil marítimo, esto se hunde, a mi me parece que no , que las generaciones futuras tienen una poderosa llave para abrir las puertas de nuevo de la razón y que, si es que nosotros no terminamos de joder todo antes, ellos van a conseguir que las aguas vuelvan a su cauce ( ¿se nota que huelo las vacaciones, todo me recuerda al mar, eh? ).
Tengo un hijo de catorce años que hará quince en Septiembre , en esa edad en la que la personalidad que empieza a adquirirse a edad mas temprana va eliminando lo que le sobra para remodelarse del todo, a costa de la confusión, la agudización de las sensaciones y la experimentación primera del dolor interior, esa generación que la mayoría de la nuestra intenta boicotear argumentando que no tienen respeto a nada , ni tienen valores, que solo quieren su propio placer y que son una especie cuasi parasitaria , cuando no nos paramos a pensar que si existe esta situación realmente ( que lo dudo salvo en algunos casos ) no es mas que por obra y efecto de nosotros mismos, que hemos creado las condiciones y les hemos dado las armas en forma algunas veces de sobreprotección y otras simplemente de dejadez para que ellos mismos se conviertan en algo que decimos que no queremos que se conviertan.
Sin embargo, los adolescentes de hoy tienen la herramienta mas poderosa que ha conocido el ser humano : el amor fraterno . Y , a ver si soy capaz de explicarme sin ser ñoño, esto no solo lo he podido comprobar estos días de finales de curso que implican despedidas y por tanto sentimientos a flor de piel. No, ellos se quieren habitualmente . Tanto que han sustituido el "me caes bien" tan políticamente correcto y todavía reprimido de nuestra época por la expresión que nos creaba , y todavia nos crea, vinculaciones mas allá de las de la amistad , esto es, ellos se dicen con sinceridad y sin rubores de ningún tipo "te quiero mucho" , sin necesidad de tener una relación sentimental por medio, sin necesidad de esconder nada, simplemente porque lo sienten .
Quizás ese mundo frio y hostil que les estamos construyendo, esa soledad a las que les condenamos en sus horas mas necesitadas de compañía escudados en unas exigencias laborales contra natura con el lema cínico de "darles un futuro mejor", cuando en realidad no pensamos en que el presente que les ofrecemos con ello es, por ser suave, cuanto menos decepcionante, ha hecho que se refugien entre ellos y que esa necesidad de amor, de contacto físico (el abrazo profundo y sincero entre ellos en cualquier momento , chicos y chicas, es una seña de su identidad) ,sea solventada por el ejercicio de su instinto: quizá me falte en mi casa, pero tengo a mis amigos.......
Ayer me enterneció sobremanera ver a varios chicos y chicas despidiéndose tras cenar después de su última función de teatro juntos, aunque se van a volver a ver en otras ocasiones muchos de ellos, llorando y abrazados todos juntos en una piña, solo porque un trocito de su tiempo habitual juntos se ha perdido.
Lo dicho, tengo la esperanza de que estos chicos van a conseguir que el mundo sea mejor a partir de ahora. A mi al menos me han cambiado mi forma de pensar.
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El dibujo es de Betina Spigaroli http://www.buenasnuevas.com/recursos/dibujos/betina.htm